Un empeine le salió en la cara
a una vecina de esta calle
y los médicos le han recetado
un millón de medicinas.
Un pariente le dio una raíz
de pepino portugués
para que se diera unciones
a eso del amanecer.
Ni con pepinos, ni berenjenas
siente la niña alivio en sus penas.
La pobrecita loca de llanto
porque ella dice
que aquel empeine le pica tanto.
¡Ay, qué enfermedades
que manda el Señor!
Colaboración de Antonia Guerrero Sorlózano
miércoles, 4 de agosto de 2010
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