El Rey moro tenia un hijo que Pepito se llamaba.
Una tarde en el paseo se enamoró de su hermana.
Viendo que no podía ser, callo malito en la cama
subió el padre a visitarlo, ¿qué tienes hijo del alma?.
Padre unas calenturitas que el corazón se me abrasa
¿Quieres que te mate un ave, de esos que se crían en casa?.
Matémelo usted mi padre, que me lo suba mi hermana
como era verano ella subió en enaguas blancas.
Al subir por la escalera como un león se abalanza
la echo sobre la cama le hizo todo lo que le vino en gana.
Al poco tiempo de aquello su padre la remiraba.
¿Qué me mira usted padre mio?.
Hija no te miro nada, me aparecido
que tienes cara de mujer casada.
Vienen médicos a verla de Sevilla y de Granada
unos le tocan el pulso y otros le miran la cara
y otro le dice a su padre su hija esta embarazada.
A pique de los nueve meses nacía una rosa temprana
con el nombre en los pañales, hija de hermano y hermana
Post aportado por Francisca Mesa
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