lunes, 21 de mayo de 2012

RELACIÓN DEL CASADO

Me prestáis atención los que escuchándome están

al oír mi relación os llegareis a enterar,

de aquello que le sucede, al que se llega a casar

con unas de estas mocitas que hoy criándose están.

Que la vida de mocito, no hay nada que contar

Se anda por donde quieres, y nadie le pide pan

ni garbanzos, ni tocino, ni el aceite, ni la sal.

ollas, platos, ni lebrillos, ni la artesa pá amasar.

Nada más que divertirse, comer bien y disfrutar,

tomar las copas de vino y el día que no hay jornal

estar a de fulanilla, viendo la más apañá.

Pero esto les sucede, a los que se las suelen llevar

antes de que sean capaces de freír una tostá,

de hacer un punto media, ni de barrer, ni fregar,

ni de cocer un puchero, ni de hacer una ensalá,

más vale que todos juntos os tiréis a la mar.

Pero son tan alagüeñas y tan tunas y además

que algunas con trece años o catorce tó lo más,

se ponen la cabeza de “goma caracolá”,

con unas flores en el moño que parecen un rosal,

más orquillas y peinetas

que arena lleva la mar,

así ponen al hombre como manteca sin sal

Miralás con los vestios que garbosas que van,

parecen que llevan puesta la funda de una almohá:

de atrás angostas cortillas que apenas pueden andar,

que ni una hebra de hilo pueden ellas saltar.

Pues deja, que ya casado, son las penas más colmás

cuando ven que todo el gasto lo costea el pobre Juan.

Se ponen alicaías, que apenas pueden andar

teniendo miles deseos, no quieren comer de ná

Porque ellas sus deseos no son de ir a lavar,

ni de ir a buscar leña, ni de coger aceitunas,

ni en verano arrancar.

Sino en el mes de enero apetecen ensalá,

Cuando no hay lechugas ni en la orillas del mar.

Y le dicen al mario:

  • Yo así no adelanto ná.

como pille una endeblez, sin mujer vas a quedar.


Y ya el hombre atemoriza, y va a por el médico a Graná.

Y cuando el médico viene y le comienza a pulsar,

le nota que es embarazo y entonces ya sanará.

Y le dice ella al mario:

  • lo has escuchado, Juan. Ya tienes que prepararme para que vaya a comprar el atillo, por si luego yo me pongo mú pesá, mi cuerpo no está en paraje ni de dar una puntá.

A de ir la costurera, ganando muy buen jornal,

Otra mujer a de ir para ayudarle a guisar,

y una niña por lo menos para barrer y fregar.

Y se lo tiene que apañar, vaya que por los diablos,

se le vaya a desgraciar y entonces ya tiene el hombre

sermón para una temporá.

Porque si ella da mucho,

la suegra no digo ná,

mejor que os pille el tren en la vía de Graná

que vivir con una suegra cuando se pone enfadá.

Post aportado por Rafaela Torres Delgado

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